13/4/16


3/4/16

EL GATO BARBIERI

Cuando El Gato Barbieri toca el saxo, toca la furia y la confusión…


Entre tanta violencia, muertos por toda América Latina y el resto del mundo, no me había puesto a pensar en esa flaca que anda con su guadaña siguiéndonos por todos lados. Y menos, que alcanzaría a El Gato Barbieri.

La muerte siempre está y no la queremos ver hasta que se lleva a quien amamos. Así me sucedió con El Gato Barbieri, mira que ya tenía 83 años, pero  como la vida es tan breve y caprichosa que nunca nos deja disfrutarla plenamente, aunque el Gato si sabía jugar con la vida y cucar a la muerte, para salir casi siempre contento, ni vencedor ni vencido, simplemente feliz. 

El Gato alegraba mis tardes, allá por los años 80, acababa de nacer mi hija Tania y yo gozaba de mi “permiso por gravidez”, escuchábamos durante la comida un programa en Radio Red de compra-venta de trebejos y al terminar, el conductor se despedía con una hermosa melodía que El Gato Barbieri le compuso a su esposa, She is Michelle, se llama la melodía. Rubén se iba a trabajar, mi hija se dormía y entonces hurgaba en los varios metros de discos uno de El Gato Barbieri y lo disfrutaba tanto, ahí comencé a amar el sonido agudo-chillón y al mismo tiempo sensual del sax tenor de El Gato Barbieri, puedo oírlo cientos de veces y la fascinación crece, ese instrumento de viento-madera que está afinado en Si bemol en los labios de El Gato Barbieri produce un placer sensorial que envuelve a todo el cuerpo y lo somete al vaivén  del tiempo y el silencio, para arrebatar tu voluntad y llevarte hasta el infinito con los hermosos agudos que los expertos llaman -Sol sobreagudo- y que El Gato sabía arrancarle con tanta pasión. La pasión era el toque latinoamericano que le imponía a su sax, ese acento festivo y melancólico, propio de la cultura latina, que no logró Charly Parker, aunque también era un genio The Bird, ¡bueno! Pregunto ¿será cosa de animales ejecutar de manera tan linda el sax? Porque entre el Gato y el Pájaro hacían vibrar como nadie la lengüeta de la boquilla, al tiempo en que recorrían inquietos las 23 llaves del sax.

El Gato Barbieri fue tartamudo de niño y empezó a tocar el clarinete, como para disimular, prefería tocar antes que hablar, luego se entendió mejor con el sax y ni quien se diera cuenta de su tartamudez, por el contrario, nos mostraba su lado virtuoso. Recuerdo la película El último Tango en París de Bernardo Bertolucci, hermosa historia mezcla de emociones,  por un lado, alegrías y sufrimientos, por otro, expectativas a futuro y negativas de un presente incierto, placer y odio, así es la melodía que interpretó El Gato Barbieri para esa cinta y que se convirtió en un personaje más. Al escuchar la melodía de inmediato aparece en la mente la pareja de Marlon Brando y María Schneider sobre la alfombra mirándose antes de  explotar la sensualidad y el erotismo que escandalizó a mucha gente en aquellos años 70, todo gracias a la melodía de El Gato Barbieri, que a petición de Bertolucci le indicó que no quería un tango clásico ni una interpretación muy europea, así surgió. Y así, aparecieron broncas con Astor Piazzolla que lo acusó de traidor. No era un traidor! Era un músico con talento que innovaba, lo mismo mezclaba jazz con pop, que tango con jazz o jazz latino y siempre lograba cautivar  a propios y extraños. Ahora recuerdo que tiene una melodía dedicada a Zapata, porque El Gato Barbieri era un virtuoso comprometido con las luchas sociales, siempre al lado del pueblo, aunque viviera en Italia o en Nueva York, él derramaba su esencia latina a la izquierda y con los de abajo.

El Gato Barbieri vivió intensamente. Como todos los gatos, también le cantó a la luna, porque alumbra nada más… y como otros saxofonistas probó las mieles amargas de las drogas y el alcohol, dicen que predijo su muerte. Hoy, viejo, olvidado, sin dientes y con muchos problemas en su corazón, se fue El Gato Barbieri.  Me quedo con su música, con las alegrías de sus agudos y el tono festivo de otros momentos, con aquellas tardes de mayo y el sol de la tarde entrando por la ventana, mientras El Gato Barbieri  encendía mi vida con su saxofón y la presencia de mi hija rebosaba mi existencia.

La que van a armar en el otro mundo -en Mictlan- ahora que se junten El Gato Barbieri, Mercedes Sosa, Gustavo Cerati, Norberto Ánibal Napolitano “Pappo”. Carlos Gardel, Sandro de América, Luis Alberto Spinetta, Facundo Cabral, Leo Mattioli, Gustavo Kupinsky  “Tavo” y Astor Pantaleón Piazzolla, si graban, manden el demo.




Ana Lilia Garrido M
2 de abril de 2016.