16/10/17

Y nos volvió a temblar 32 años después.

Y nos volvió a temblar, 32 años después.
Mi reconocimiento a todos/as los/as brigadistas.
Descansen en paz los muertos nuestros muertos.

 7 de septiembre  y 19 de septiembre de 2017 la tierra nos recordó que está atenta a sus vaivenes internos, que nos sorprende cuando menos lo esperamos  y con su movimiento abrupto nos llena de miedo, porque frente a los derrumbes que deja a su paso el temblor poco o nada podemos hacer.

Otra vez la muerte atrapó a mucha gente ¿cuánta? nunca lo sabremos, ya que, la información es difusa y genera dudas sobre la cantidad de personas que murieron, otras desaparecieron bajo las máquinas que estaban urgidas por borrar cualquier vestigio del desastre. Ni el Ejército ni la Marina hicieron un registro de los habitantes de cada edificio colapsado, o de las familias que buscaban a sus parientes o amigos, llegaron para ocultar lo evidente y otra vez la Sociedad Civil encabezada por jóvenes valerosos tomó las riendas y comenzaron a organizar con inteligencia lo que el Plan DN-III fue incapaz de hacer.

Desde aquí, quiero hacer un reconocimiento a todos/as los/as jóvenes que hicieron a un lado su miedo y el “tradicional” egoísmo en el que a veces miramos a ciertos sectores de la juventud mexicana. Pero este 19 de septiembre, a las 13:10 aproximadamente, la juventud avanzó y tomó decisiones, fijó tareas, indicó rutas, salvó vidas y mitigó el dolor ajeno. Muchos no durmieron o no comieron, otros ignoraron su cansancio hasta que su cuerpo protestó, lo importante eran las vidas,  era ayudar, igual como sucedió en septiembre de 1985. Qué alegría saber que la juventud viene pujante y con el suficiente vigor para rescatar el acopio de las garras de la corrupción, observar a los/as jóvenes decir por su nombre a los sucesos y denunciar las atrocidades cometidas por el gobierno local y el federal, levantar la voz y hacer público los abusos de autoridad de las fuerzas armadas que aparecían perplejas ante las emergencias y  estaban pestos para obstaculizar la ayuda. Por más que los medios de difusión repiten hasta el cansancio la gran ayuda que brindaron las fuerzas militares, los hechos exponen la corrupción y deficiencias.

En nuestra colonia hubo pocos desastres comparada con la Del Valle, Narvarte o  los estados de Oaxaca o Chiapas. Cuando nos enteramos de los estropicios que dejaron ambos temblores, el corazón se llenó de tristeza e impotencia. 

Otra vez, comprobé que la solidaridad del pueblo mexicano es maravillosa,  se organizaron centros de acopio en casas particulares, en sindicatos, en las esquinas y la gente más humilde compartió lo poco que tenía.
Ante los escombros y la corrupción, hay esperanza, vendrán tiempos mejores, habrá un México más justo y equitativo si la JUVENTUD con mayúsculas, mantiene su posición de valor y visión inteligente de la realidad nacional. No estamos derrotados, soplan vientos frescos repletos de brío y con la inteligencia necesaria para emprender el camino de un México mejor, donde nadie carezca de lo estricto y no haya quien goce de lo superfluo.

Ana Lilia Garrido M