27/9/16

LAS DESPEDIDAS.

 27 de septiembre de 2016.


Como quiera...

Tener una amiga, fraterna, solidaria, que sabe escuchar, que analiza y reflexiona todo a su alrededor, que siempre está procurando tu bien es el tesoro más hermoso que la vida te puede regalar.
Con mucha alegría, puedo decir que cuento con amistades hermosas a quienes les agradezco su cariño.
Pero hoy debo despedirme, en ese horrible adiós eterno, hoy le diré hasta siempre a  mi mejor amiga: Meli.
Supe desde hace tiempo que ella estaba deprimida, pasó por circunstancias muy difíciles, la pérdida de dos hermanos, una sobrina y una cuñada en el mismo año. Muchas veces se planteó la pregunta sin respuesta, misma pregunta que yo me hacía. ¿Por qué personas tan nobles, honestas y trabajadoras se mueren? ¿Por qué ellos? ¿Por qué?
Y hoy me pregunto ¿Por qué Meli? si en enero de este año me dijo, que 2016 sería diferente, que estaba con una energía grande para cambiar el rumbo de tanta tristeza. ¿Por qué ella?
El viernes  conversando con Carolina, le dije mañana le llamo a Meli y no lo hice, pero en la noche miré las cartas que conservo de ella y me dije, mañana cuando regrese de casa de mi tía, le llamo. Intenté dormir y no pude, mi corazón palpitaba mucho, parecía un colibrí aleteando, coloqué tres almohadas porque mi corazón se quería escapar volando hacia Meli, por momentos pensé que me moriría, sola en mi casa, tuve miedo y ansiedad de un no sé qué, me agobiaba la idea de la muerte, así que me apoyé las respiraciones,  inhalar profundo, retener y exhalar lento, una y otra vez hasta que el corazón dejó de aviarme que mi amiga Meli, estaba en su casa con dificultad para respirar. Pinche distancia.
Al día siguiente me fui a ver a mi tía Eva, que hace 45 años que no la veía, de regreso pensé en Meli, si pude llegar a Cuautitlán, puedo llegar a Valle de Aragón, así  que un día voy a ir por ella, para llevarla con un buen médico, el mejor. A mi regreso mientras caminaba con mi hijo por las afueras del mercado de Martínez de la Torre, me caí, así, de pronto sin que mediara razón, sentí por un momento como una ausencia, como una sensación de abandono, como perder el control de dónde estaba. Ahora pienso que era un segundo aviso, pero el golpe y los raspones, me impresionaron, tomé un medicamento para el dolor y me quedé dormida, pero despertaba cada vez que las cobijas tocaban mi raspón. Amanecí cansada, sin ánimo y en automático me puse un vestido negro, tenía que modificar un documento y me puse a escribir. de pronto sonó el teléfono, contesté y era Oscar. Supe de inmediato que algo terrible había pasado. No lo podía creer. No lo quiero creer. Me niego a encontrar justificantes de su muerte.
Durante el velorio, no quise acercarme a mirarla, prefiero conservar su imagen como la última vez que nos vimos, e hicimos planes. Así te quiero recordar amiga. Pero mi cuerpo empieza a registrar su ausencia, siento una opresión en mi pecho, como si trajera colgando en el corazón, una gran piedra,  antes mi corazón era un colibrí que se quería escapar, hoy está denso, lento, sin energía y yo lo detecto.
El cuerpo me duele, por apretar y contraer los músculos ante la desgracia de perder a mi mejor amiga.
Pienso y le doy vueltas a esta situación.  Ella dejó de contestar el teléfono, los mensajes  escritos eran muy breves, su voz la escuchaba lenta, muy pausada, sin ganas. Me comentaba  que fue a visitar a unos invidentes y que la torturaban, que perdió fuerza en la pierna, que no podía subir escalera, que usaba andadera..., en cada artefacto o atención o remedio yo percibía que ella se iba deteriorando. Dejó de coser, pero si su gran placer era coser! esa era una señal, luego me contó que ya no cocinaba y esa fue otra señal, yo me daba cuenta, pero nada podía hacer, me sentía impotente. Confié en su sabiduría, estaba convenida que ella haría por su salud, lo que ella misma me  dijo que hicieron sus hermanos, ella se cuidaría. Y me equivoqué.
Ahora que pienso en esas señales que nos dio, creo que jamás debo dejar que las cosas sucedan por suposición, debo actuar.
Me doy ánimo pensando que le dije tantas veces que yo la quiero, que yo estaba con ella, que quería lo mejor para su vida. Lo dije, pero no fue suficiente. 
Quiero llorar y el corazón se agranda y me ahoga. No me deja soltar más lágrimas. También pienso que llorar no resuelve, ni calma al dolor, ahora tengo que aprender a vivir sin mi mejor amiga.



AMIGA MELI.

 NOVIEMBRE DE 1981.  Jardín de niños, festejo organizado por Clemente Eslava.

26 de septiembre de 2016.

Para mi amiga Meli.

Como quiera… Esa era tu frase, como quiera nos vemos, como quiera nos hablamos, como quiera ahora piensa, me decías.

 Como quiera te conocí un lunes de enero  del año 1969, llegamos puntuales a la primera clase en la ENM, nos saludamos, como queriendo hacer platica o como queriendo no estar solas en ese salón del tercer piso del turno vespertino. Llegó la hora del receso, nos miramos y tú propusiste ir a comprar algo para comer.  Desde ese día, nuestra amistad recorrería muchos caminos.
Acordamos sin mayores trámites, esperarnos siempre a la hora de la entrada en “El Oasis”, tú eras la primera en llegar,  siempre con la tarea hecha y por si había examen, tú   tenías todos los datos bien aprendidos. Una vez te dije que  estaba agradecida contigo porque siempre me ayudaste a repasar todos los apuntes antes de entrar al examen y me dejaste copiar en otros. Nos juntábamos en torno tuyo y comenzabas a repasar y aclarar dudas y cuestionamientos que te hacíamos. Una verdadera  compañera.

El estudio fue para ti un reto que venciste con facilidad, porque  para inteligente nadie te ganaba, además la vanidad nunca te cegó, sencilla sin competir con aquellas figuras que pretendían saberlo todo y cuando menos lo esperaban, tu aportación las bajaba de su pedestal o el comentario de algún profesor que valoraba tu saber e inteligencia, te colocaba ante los ojos de todo el grupo, como una estudiante brillante.
Como quiera eran los años maravillosos de nuestra juventud, de la inocencia y vitalidad que nos ayudaron a establecer vínculos tan sólidos que nunca se rompieron. Cuántas veces nos reímos hasta llorar! Muchas amiga.  Recuerdo tu risa plena, llena de ánimo, la expresión de tu rostro bañada de un hermoso tono rosado cuando la carcajada nos invadía, sacabas un pañuelo y te secabas las lágrimas de risa, para hacer una pausa y pedir una tregua, -espérate tantito- decías.
Cuando se me atravesaba una ocurrencia muy loca, tú me hacías reflexionar y buscar otras opciones, así fue en tiempos de la Normal y cada vez que nos juntábamos,  me hacías recapacitar, te  escuchaba  con atención, porque siempre supe que en cada consejo había cariño para mi.
Recuerdo que por circunstancias de la vida, del matrimonio, de los hijos, de la distancia,  nos alejamos un poco. Pero nos volvimos a encontrar, nos buscamos y nos abrazamos, la vida nos regaló la oportunidad de seguir compartiendo risa, ocurrencias y nuevos proyectos.
Creciste en todos los ámbitos amiga, te hiciste una enorme torre de luz que irradiabas a todos lados tu cariño, tu bondad. Nunca te escuché un comentario  desagradable hacia alguna persona, siempre respetuosa, no albergabas rencores ni sed de venganza, ni te clavabas en los defectos de los demás para hacer escarnio. Maravilloso ser humano.

Como quiera la organización era lo tuyo, no había detalle que se te pasara si tú llevabas la batuta, sea el festejo del Día del Niño,  tu boda, la Navidad, el cumpleaños de tus seres queridos o una actividad que implicara la participación de otros más. Los insumos los tenías a tiempo, de buena calidad y de  precio inmejorable, el detalle de la invitación o el recuerdo, nunca faltaron.  Tu estrategia estaba siempre completa y sin fallas. Juntas organizamos muchos festejos, que si la venta de boletos para coronar al mejor amigo/a del 3º. O, conservo la corona que hiciste para dicho evento, un día nos dimos a la tarea de hacer el festejo de los 30 años de nuestra generación,  preparaste la escolta y el gazné  que usarían, los honores a la bandera, las invitaciones, los recuerdos, diplomas y más. El día del festejo estabas tan linda, con tu vestido color celeste, decías tú y mi compadre galán junto a ti, una hermosa pareja. Terminamos cansadas, contentas y nadie nos dio las gracias. Yo me molesté  y decía tonterías, que si todo mundo disfrutó y nadie se dio cuenta que ese festejo era gracias a nuestro esfuerzo y dedicación y tú me dijiste –piensa que era un deseo tuyo, nadie te obligó a hacerlo- y me ubicaste una vez más.  Mujer centrada en tus juicios y siempre planeando el éxito.

Amiga, qué hermosa es tu letra, perfecta sin trazos mal hechos, conservo las cartas que me escribías cuando era temporada de vacaciones, unas son de Saltillo otras de Monterrey y en este 2016, las volvimos a leer juntas, te pedí que leyeras en voz alta y lo hiciste amiga, recordamos aquella época tan significativa para nuestra existencia. Las palabras en clave, los recursos gráficos para decir lo que no queríamos que otros se enterarán. Hicimos nuestro idioma de amigas.  Jugamos con las palabras y con el presente de ayer.

Un día, escuché que te referías a mi como “la amiga” y me sentí halagada por ser amiga tuya, aunque fuera así un poco fría la referencia, me sentí bien, pero en otra ocasión platicando nos dijimos hermanas y eso me llenó de contento, me estabas dando un lugar especial en tu corazón, más allá de amiga o comadre, me dijiste -yo también te quiero como a una hermana- y desde ese momento, nos convertimos en hermanas de corazón.

Como quiera soy un día, mayor que tú y siempre estuviste atenta a mi cumpleaños, a procurarme un obsequio  elaborado por ti o a considerar mis gustos o mis necesidades, me conocías muy bien.  Recuerdo tantas veces que me sorprendiste con un pastel hecho por ti, o un patrón para que me hiciera un vestido. Cuando tenía una alegría te buscaba para compartirla o un problema o una bronca lo mismo, eras tú la persona indicada, la que comprendía lo que pasaba por mi cerebro y por mi corazón. Por eso tus consejos siempre eran tan atinados y tus comentarios acordes a la realidad que estaba enfrentando.  Compañera excepcional.

Hoy 26 de septiembre,  me entero que te adelantaste, al lugar sin retorno.  Te fuiste sin mi. No lo puedo creer. No lo quiero creer.  Meli, amiga, están pendientes cuatro cosas,  enseñarme a preparar la machaca que me regalaste, ir a Xochimilco a comprar plantas, pasar unos días en Polotitlán cosiendo, tu caminito de mesa que te traje de San Juan del Río y la más primordial llevarte con otro médico, me dijiste – espérate a ver cómo resulta este tratamiento y voy con el Dr. que tú dices, pero hay que terminar lo que se empieza, vemos- . el plazo vencía a finales de este mes.
Le doy vueltas y más vueltas a tantos recuerdos que conservo, a tantas alegrías que me regalaste.  Te quiero amiga, me duele  esta inesperada partida. Te voy a extrañar mucho. Segura estoy que estás descansando, que te encontrarás con tus familiares y hermanos. Quiero pensar que desde  ese lejano lugar, a la distancia celestial  te darás cuenta de todos los cariños que te brindamos y que estarás en el recuerdo  para mantener viva la llama de tu presencia en nuestras vidas.
Descansa en paz, que acá todo andará bien, tu esposo y compañero, tus hijos, Nancy, Magua, Alice, Pili, Caro y yo mantendremos los vínculos que tú nos regalaste.
Descanso eterno para ti.
Hasta siempre amiga Meli.

Ana Lilia Garrido M




  JULIO 1971. RUMBO A ISLA MUJERES.

19/9/16

ser profesor/a en tiempos de felonía y mentiras.

Ser profesor/a en tiempos de felonía y mentira.
Para mis profesor/as
de la Escuela Ignacio M. Altamirano,
 a todo el Magisterio Nacional
y a los 43 normalistas desaparecidos.
Entré a la escuela primaria Ignacio M Altamirano en 1959, terminaba el sexenio de Ruíz Cortines y arrancaba López Mateos, época de la lucha magisterial que encabezaba Othón Salazar y los miembros del Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM), a quienes respeto y admiro. Por aquellos años, la lucha magisterial avanzó con pasos agigantados hacia el logro de las reivindicaciones laborales que los/as mentoras merecían, desconozco si la escuela Ignacio M Altamirano participó en algún paro o huelga, pero de lo que estoy convencida es que en mi infancia se respetaba a los/as docentes, porque eran los/as más sabios y orientaban o daban buenos consejos, porque querían a la niñez.
Con el paso del tiempo, ingresé a la Benemérita Escuela Nacional de Maestros, dando paso a la vocación que desde niña añoré: ser maestra. Ahí la profesora Catalina Cardona Nava – que vivía en Mina No. 178-, junto con entrañables profesores/as, me formaron para amar y  enseñar a los/as niños/as a aprender. Entrar a la Normal significaba  asumir un gran compromiso social -formar a las jóvenes generaciones-.  Los/as Normalistas seríamos los promotores de las transformaciones que México necesitaba, es decir,  hacer un país más justo y equitativo. Arrancarlo de las garras del PRI y establecer nuevas formas de convivencia entre los/as habitantes, desterrar para siempre la explotación, la ignorancia y el abuso entre mexicanos/as, impulsar la cultura y la reflexión como formas de sublimar la realidad para mejorarla. Eran tan alentadoras las enseñanzas que adquirí en la Normal, mismas que se reforzaron en la Prepa1 y cuando ingresé a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM ya que, estimularon mi esperanza, para aniquilar la explotación y la mentira como discurso oficial,  dar paso a la convivencia pacífica y humana. Soñar, imaginar un país mejor, un mundo mejor.
Soy profesora universitaria desde hace 34 años. Observo con mucha atención el desarrollo de las luchas sociales y con profunda tristeza escucho por la radio  -no veo televisión-  o leo en algunos encabezados de periódicos que se difama a los/as profesores/as, que se les acusa de acciones que no son ciertas y se les aplican calificativos injuriosos, lo que provoca un daño a la legitima lucha del magisterio y al tejido social, ya que algunos medios de difusión  nos dividen y enfrentan.
¿Quién mueve los hilos de esta felonía contra el magisterio? Estoy convencida de que ustedes se han planteado esta interrogante. Miro que hay mucho interés de los empresarios en especial de Claudio X González, los empresarios necesitan por un lado, desaparecer la educación pública y gratuita, para convertirla en un negocio que les genere ganancias extraordinarias y por otro lado, mantener al pueblo ignorante, dividido y con mucho miedo, para que ellos continúen  saqueando a la nación sin oposición alguna.  Pero hay otro actor importante -la clase política- que pretende perpetuarse en el poder y  acumular riqueza, para esta clase, también es importante mantener al pueblo ignorante, pobre y con miedo. En esta coincidencia, empresarios y clase política abrazan la misma causa, por lo que se dedican a mentir y difamar al magisterio y propician el odio. La evaluación al magisterio es el recurso con el que pretenden legitimar el despido a los/as docentes, en especial a quienes se formaron en las escuelas Normales, porque ellos saben que el quehacer docente es una fuente que emana conocimientos y propicia la reflexión para transformar la espantosa situación en la que se encuentra México. Hay muchos testimonios de la labor del profesorado en el cine nacional, por ejemplo: Maclovia, Simitrio, La maestra inolvidable y Río escondido entre otras más.
Hoy me entero de que los docentes se retiran de la Ciudadela, deseo de todo corazón que este repliegue sea para afianzar su organización y  puedan establecer vínculos con otros movimientos sociales y con diversos sectores dispuestos a respaldar al profesorado. Espero que la lucha magisterial rescate el apoyo de la sociedad y  además desarrolle como en 1989 mucha creatividad, para que la población le brinde su apoyo franco y decidido.
También están por cumplirse dos años de la “desaparición” forzada de 43 estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, soy madre y me pongo en el lugar de los familiares y en especial en las madres que desconocen el paradero de sus hijos, no saben si los están torturando, si duermen, si comen, si pasan frío o si están muertos, es inhumano prolongar el martirio de esas familias de futuros maestros. Ni la “verdad histórica” ni las múltiples sospechas de quiénes son los responsables de la desaparición han logrado avances significativos ni han dado respuestas contundentes a las sospechas y mentiras que rondan esta infamia.
Los medios de difusión, los empresarios y la clase política  están generando miedo en la población y por consiguiente  estamos  aislados.
¿Podemos revertir esta división?  Sí. Rescato una propuesta que escuché a Paco Ignacio Taibo en una reunión con profesores de la sección IX de la CENTE, respecto a la división él dijo “…cuando entremos a un lugar busquemos las coincidencias que tenemos con la gente que está ahí y evitemos hacer énfasis en las diferencias que nos separan y dividen”.  Vamos por la unidad, es posible y no olvidemos que ¡El/la maestro/a luchando  también está enseñando!


Ana Lilia Garrido M
15 de septiembre 2016.