Ser profesor/a en tiempos de felonía y mentira.
Para
mis profesor/as
de
la Escuela Ignacio M. Altamirano,
a todo el Magisterio Nacional
y a
los 43 normalistas desaparecidos.
Entré a la escuela primaria Ignacio M Altamirano en 1959, terminaba
el sexenio de Ruíz Cortines y arrancaba López Mateos, época de la lucha
magisterial que encabezaba Othón Salazar y los miembros del Movimiento
Revolucionario del Magisterio (MRM), a quienes respeto y admiro. Por aquellos
años, la lucha magisterial avanzó con pasos agigantados hacia el logro de las
reivindicaciones laborales que los/as mentoras merecían, desconozco si la escuela
Ignacio M Altamirano participó en algún paro o huelga, pero de lo que estoy
convencida es que en mi infancia se respetaba a los/as docentes, porque eran
los/as más sabios y orientaban o daban buenos consejos, porque querían a la
niñez.
Con el paso del tiempo, ingresé a la Benemérita Escuela Nacional
de Maestros, dando paso a la vocación que desde niña añoré: ser maestra. Ahí la
profesora Catalina Cardona Nava – que vivía en Mina No. 178-, junto con
entrañables profesores/as, me formaron para amar y enseñar a los/as niños/as a aprender. Entrar
a la Normal significaba asumir un gran
compromiso social -formar a las jóvenes generaciones-. Los/as Normalistas seríamos los promotores de
las transformaciones que México necesitaba, es decir, hacer un país más justo y equitativo.
Arrancarlo de las garras del PRI y establecer nuevas formas de convivencia
entre los/as habitantes, desterrar para siempre la explotación, la ignorancia y
el abuso entre mexicanos/as, impulsar la cultura y la reflexión como formas de sublimar
la realidad para mejorarla. Eran tan alentadoras las enseñanzas que adquirí en
la Normal, mismas que se reforzaron en la Prepa1 y cuando ingresé a la Facultad
de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM ya que, estimularon mi esperanza,
para aniquilar la explotación y la mentira como discurso oficial, dar paso a la convivencia pacífica y humana.
Soñar, imaginar un país mejor, un mundo mejor.
Soy profesora universitaria desde hace 34 años. Observo con mucha
atención el desarrollo de las luchas sociales y con profunda tristeza escucho
por la radio -no veo televisión- o leo en algunos encabezados de periódicos
que se difama a los/as profesores/as, que se les acusa de acciones que no son
ciertas y se les aplican calificativos injuriosos, lo que provoca un daño a la
legitima lucha del magisterio y al tejido social, ya que algunos medios de
difusión nos dividen y enfrentan.
¿Quién mueve los hilos de esta felonía contra el magisterio? Estoy
convencida de que ustedes se han planteado esta interrogante. Miro que hay
mucho interés de los empresarios en especial de Claudio X González, los
empresarios necesitan por un lado, desaparecer la educación pública y gratuita,
para convertirla en un negocio que les genere ganancias extraordinarias y por
otro lado, mantener al pueblo ignorante, dividido y con mucho miedo, para que
ellos continúen saqueando a la nación
sin oposición alguna. Pero hay otro
actor importante -la clase política- que pretende perpetuarse en el poder y acumular riqueza, para esta clase, también es
importante mantener al pueblo ignorante, pobre y con miedo. En esta
coincidencia, empresarios y clase política abrazan la misma causa, por lo que
se dedican a mentir y difamar al magisterio y propician el odio. La evaluación
al magisterio es el recurso con el que pretenden legitimar el despido a los/as
docentes, en especial a quienes se formaron en las escuelas Normales, porque
ellos saben que el quehacer docente es una fuente que emana conocimientos y
propicia la reflexión para transformar la espantosa situación en la que se
encuentra México. Hay muchos testimonios de la labor del profesorado en el cine
nacional, por ejemplo: Maclovia, Simitrio, La maestra inolvidable y Río
escondido entre otras más.
Hoy me entero de que los docentes se retiran de la Ciudadela,
deseo de todo corazón que este repliegue sea para afianzar su organización
y puedan establecer vínculos con otros
movimientos sociales y con diversos sectores dispuestos a respaldar al
profesorado. Espero que la lucha magisterial rescate el apoyo de la sociedad
y además desarrolle como en 1989 mucha
creatividad, para que la población le brinde su apoyo franco y decidido.
También están por cumplirse dos años de la “desaparición” forzada
de 43 estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, soy madre y
me pongo en el lugar de los familiares y en especial en las madres que
desconocen el paradero de sus hijos, no saben si los están torturando, si
duermen, si comen, si pasan frío o si están muertos, es inhumano prolongar el
martirio de esas familias de futuros maestros. Ni la “verdad histórica” ni las
múltiples sospechas de quiénes son los responsables de la desaparición han
logrado avances significativos ni han dado respuestas contundentes a las
sospechas y mentiras que rondan esta infamia.
Los medios de difusión, los empresarios y la clase política están generando miedo en la población y por
consiguiente estamos aislados.
¿Podemos revertir esta división?
Sí. Rescato una propuesta que escuché a Paco Ignacio Taibo en una
reunión con profesores de la sección IX de la CENTE, respecto a la división él
dijo “…cuando entremos a un lugar busquemos las coincidencias que tenemos con
la gente que está ahí y evitemos hacer énfasis en las diferencias que nos
separan y dividen”. Vamos por la unidad,
es posible y no olvidemos que ¡El/la maestro/a luchando también está enseñando!
Ana
Lilia Garrido M
15
de septiembre 2016.
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