18/4/13

EL ENIGMA DEL CELULAR


El enigma del celular.
Con cariño para el grupo 118

Yo estaba dormido, yo no vi nada decía con mucha insistencia. Pero yo estaba dormido, repetía en un tono agresivo, como queriendo evitar el interrogatorio obligado. Todo el grupo estaba realmente preocupado, cómo era posible que un celular hubiera desaparecido, así de pronto.
La persuasión de siempre, “ quien lo tenga, por favor entréguelo,  busque y tal vez alguien lo puso entre sus cosas, revisen en el piso, tal vez esté por ahí…” nada sucedía. El celular seguía perdido, así que no quedó otra opción que el clásico “pongan sus cosas sobre la mesa y  Araí pasará a revisar, sus manos sobre la mochila” alguien sugirió -marca a tu celular- , No, no tiene caso, estaba en vibrador, contestó Araí. No importa marca, de todos modos hace un pequeño sonido. Silencio, todos/as hicieron silencio y escuchamos el sonido en la fila de las ventanas, cerca del dormido. Marca otra vez. –me manda a buzón, ya lo apagaron- .
Araí habló con voz firme – un celular es un objeto, tal vez me compren otro, pero quien lo robó, mañana puede robar más cosas y de mayor valor. Además si viene el abogado del Colegio, él responsable será expulsado, pierde más él que yo. Quien lo tenga, entréguelo y no lo voy a juzgar ni le denunciaré, pero en el celular tengo muchas fotos importantes para mí- Nadie se movió.  Arremetió de frente sin remilgos, - Me puedo equivocar, pero creo que tú lo tienes- y señalaba al dormido. La respuesta  fue la misma – yo estaba dormido-  Comprendimos que ya no era una broma, era un robo, con premeditación , alevosía y ventaja. Así que,  se procedió a revisar la ropa de todos/as.
Se pusieron de pie y comenzó la inspección corporal, el dormido, intentó salir del salón, no lo logró. Entonces, recurrió al recurso del meón. –Ya me orino, por favor déjeme salir- decía al tiempo en que de manera grotesca se apretaba el pene y daba pequeños saltos. La respuesta fue, no.  Entonces el dormido dijo, me voy a orinar en una botella. Hazlo si puedes y si no tienes pudor, adelante.  Comenzó a brincar, a subirse a la silla, a fingir que ya era insoportable la necesidad de orinar. A nadie impresionó.
Algunos de los amigos del dormido, se acercaron para indicar que él podía ser el responsable del robo.
Ni modo, no quedó de otra más que llamar al abogado. Mientras lo esperábamos, el dormido abrió la ventana, se subió a una silla, miró hacia fuera, seguía apretando su pene y retorciendo su cuerpo de manera exagerada, se asomó hacia fuera, tiró una bolas de papel.
El dormido no se dio cuenta que más de treinta pares de ojos lo miraban y que vieron cuando él tiró el celular por la ventana.
El abogado llegó, repitió la misma estrategia persuasiva, entreguen el celular de seguro fue una broma, nada les pasará. Fue una ocurrencia, en esta edad son muy bromistas, etc., pero eso ya sobraba, lo habíamos visto tirar el celular.
La sentencia última, vamos a levantar una acta de hechos y la mandaremos al Tribunal Universitario para que proceda la investigación, pero mientras se resuelve el misterio, quedarán suspendidos de la UNAM y si se comprueba quién es el responsable. Para él será expulsión definitiva. 
En ese momento el dormido llamó a Araí,  algo le dijo entre susurros, ella se ruborizó, no sé si de coraje o pena ajena, pero dijo en voz alta, mi compañero, o sea el dormido, dice que cuando tiró basura por la ventana, vio al celular tirado en la cornisa.
Fueron por una escalera y efectivamente el celular estaba ahí, ya no tenía la carcasa morada, estaba apagado. Se lo entregaron a su dueña y el abogado preguntó ¿Quién lo encontró?  ¿cómo es que tiras basura por la ventana? Dime tu nombre completo, cuando termines todas tus clases vas al jurídico, vamos a platicar un poco tú y yo, decretó el abogado y agregó, todos van a pagar la carcasa de su compañera, porque de alguna manera fueron cómplices, vieron y no dijeron, oyeron el sonido del celular y se quedaron callados. Era cierto, ese falso compañerismo, ocultó un robo.
Araí, dijo que no era necesario, que ya había recuperado su celular y eso era lo importante, que no estaba de acuerdo en que otros pagaran por la falta de uno.
Quedamos en silencio, con la vergüenza de saber que alguien se atrevió a robar y simuló ser inocente o  tal vez por las palabras siempre sabias  y llenas de valor de Araí que nos confrontaron con nuestros miedos y  la cobardía de siempre.
El salón quedó en silencio con ese aroma que deja la tristeza, salieron apresuradamente,  nadie quería permanecer en el lugar de los hechos. Había en el ambiente esa mezcla de rabia, desilusión y amargura, como en los velorios.





Ana Lilia Garrido M
10 de octubre de 2012

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