Estaba muy triste, no encontraba sentido a su vida. Un dolor le punzaba en el costado izquierdo, ni pomadas, jarabes, tés o tabletas le hacían efecto, el dolor le taladraba el costado. Las noches eran eternas, el dolor le invadía la voluntad.
Jesús estaba solo, su madre había muerto hace algunos años y lo dejó desamparado a sus 65 años. Nadie soporta vivir con él, es intolerante como buen neurótico, grita cuando habla, exige la perfección en todas las cosas y cuando no logra sus propósitos, exige con rabia la muerte para los inadaptados, los antisociales.
La noche es lenta, muy lenta, el dolor va creciendo, penetra cada vez más y la idea de cómo acabar con esta molestia, con esta incomodidad le comienza a dar vuelas en la cabeza.
-pinche dolor, ya me cansó - gritó en la madrugada, se arrodilló en la cama y apareció la gran idea de la cura contro el dolor infame.
Sacó su máquina de escribir y a cada uno de sus hermanos les dejó un recado. Amarró un mecate en la entrada de la casa y sujetó los recados como si fuera un tendedero con ropa.
Miró con mucha atención sus recados, contó cada uno, para verificar que no le faltara alguno.
Sacó las botanas del cajón de las medicinas, las puso en un plato. Había cápsulas de colores, pastillas grandes y pequeñas, redondas y cuadradas, gruesas y muy delgadas, dice que era como un kilo de pastillas y cápsulas.
Colocó el plato en la mesa, sirvió un vaso grande con Bacardi blanco y comenzó a disfrutar su coctel con botanas de colores. El dolor seguía, terco dolor que le atormentaba y no lo dejaba ni de día ni de noche. Más ron y más botanas y el dolor necio, seguía chingándole la existencia.
Empezó a flotar, a perder el registro de los sonidos, el foco lanzaba luz negra y comenzó a sentir miedo. Buscó a tientas el teléfono y alcanzó a marcar el número de su hermano, -si me quieres ver vivo, ven ahora mismo a la casa, me tomé una botella de Bacardi y todas las pastillas que encontré- soltó el teléfono y perdió la conciencia.
Llegaron a la casa y nadie salió a abrir, botaron la chapa y lograron llevarlo al hospital de Tacuba.
Se salvó Don Jesús, pero lo mandaron derechito al siquiatra.
1 comentario:
Me dejó helada... y sabes algo más del corazón roto de Don Jesús?
Publicar un comentario