23/11/14

NADIE CONOCE EL VALOR DE LA SALUD HASTA QUE LA ENFERMEDAD TE ALCANZA.

Hoy domingo 23 de noviembre de 2014, desperté con la alegría de vivir hasta el tope, todo era hermoso, el sol brillaba, soplaba un viento agradable y yo comencé con mi rutina de ejercicios. Antes, programé la lavadora y le instalé una carga generosa de ropa acumulado por más de dos semanas.
Pensé en lo importante que es pensar y proponer soluciones a los problemas, en especial el que aqueja a mi país, la violencia y las desapariciones forzadas, convencida de que el ejercicio ayuda a pensar bien, comencé a realizar mis ejercicios. Un poco de estiramiento para empezar y algunos de cardio, por aquello de los kilos de más.
Disfrutaba mi cuerpo en movimiento, la cadencia y el vigor de cada ejercicio. hasta que en un estiramiento, perdí el equilibrio, miré negro y sentí como si fuera en la rueda de la fortuna o en un carrusel y caí al piso, mi nariz recibió el golpe más fuerte. Desperté y tenía un poco de sangre en el rostro, sentí miedo, un miedo que no había percibido nunca antes, el miedo a la muerte.
Tal vez sea este ambiente, violento y de tanta información de muertes y torturas en mi país, no lo sé, pero estoy convencida que hoy sentí por primera vez ese miedo a dejar de existir.
Muchas, imágenes aparecieron en mi mente, una enfermedad degenerativa, un coagulo en el cerebro, un paro cardiaco o simplemente  la inevitable despedida final.
Comencé a llorar, a hundirme en pensamientos destructivos. Hice un alto y reflexioné sobre la importancia que le estaba dando a la amenaza de perder la salud, siempre había considerado que la salud me acompañaría siempre y hoy comprobé que no es así.
Afortunadamente, decidí hablar con mi familia y respondió de inmediato, .
el médico diagnosticó como una secuela de la bronquitis que tuve la semana pasada. Laberintitis dijo  el médico, sin espanto ni asombro y recobré la calma.
Este incidente, me deja muchos aprendizajes, la salud no es eterna, hay que cuidarla, la familia es siempre la mejor medicina, la muerte es inevitable, pero hay que torearla un poco para que se tarde en encontrarme, el médico es la clave para un diagnóstico correcto.
Ahora me siento más tranquila, mañana a trabajar con más ahínco por la solución de tantos problemas que no permiten vivir con tranquilidad.
Ayotzinapa sigue luchando por encontrar a sus hijos normalistas y yo estaré ahí, aportando hasta donde me sea posible, algunas ideas y acciones.

1 comentario:

TaNiA dijo...

Afortunadamente, la opción por la salud se salio con la suya... te felicito por este nuevo camino que elegiste... te quiero tanto!!